Un día no alcanza para agradecerle toda una vida…¡feliz día mamá!


¡Feliz día a todas las madres del mundo! Felicidades a las que ya son madres, a las que están por serlo y a todas las que cumplen ese papel de un modo u otro. Esas personas únicas y esenciales, que nos dieron la vida, que nos iluminan y que nos cuidan. Que adoramos algunas veces, y discutimos otras. ¡Feliz día mamá!

De chiquita soñaba con ser igual ella, alta, linda y perfumada. Le robaba el rubor mientras me miraba al espejo, me peinaba con las manos como ella hacía y pensaba que por el simple hecho de ser grande, las mamás eran altas. Hoy me di cuenta que la genética también juega un papel importante a la hora de decidir la altura de una persona. Y que también existen los tacos altos. De chicos tenemos otra perspectiva de la vida, miramos el mundo desde abajo y todos nos parecen más altos, los lugares más grandes y los días de la semana pasan más lentos. Nuestras mamás siempre son las mejores del mundo, las únicas y las más lindas. O por lo menos así lo veía yo. Y así la sigo viendo al día de hoy.

De adolescente la relación va cambiando. Los sentimientos de amor incondicional se transforman en amores contradictorios que pasan de la discusión por llegar tarde hasta refugiarnos en sus brazos porque el chico que queríamos no nos dio bolilla. En etapa queremos ser distintas a ellas, y hasta nos enojamos cuando alguien nos recuerda lo parecidas que somos. No entendemos del todo porque mamá quiere saber a dónde estamos y cuándo volvemos. Las mamás no pegan un ojo hasta que lleguemos sanos y salvos a casa. (Y doy fe que esto continua hasta que seamos ya mayores).  Es como si tuvieran un sexto sentido. Ellas saben cuáles son esas buenas compañías que luego serán nuestros amigos entrañables o entienden cuando algo nos preocupa y nos saca el hambre. Aunque a veces pueden ser entrometidas, distantes, cercanas o sin tacto, su intención es noble. No hay una escuela para ser madre, la vida es la propia escuela. “Alguna día me vas a entender”, decía la mía. 

Ya de más grande, con más experiencia encima, años e hijos, comenzamos a mirarla con ojos más compresivos. Entendemos que las equivocaciones son parte del aprendizaje, que los límites son necesarios y que sus abrazos siguen siendo el mejor bálsamo aunque tengamos más de treinta.

Mamá: gracias por enseñarme a decidir por mí misma, por darme alas y raíces, gracias por enseñarme a apreciar la música clásica, la fachada de edificios antiguos, los buenos amigos, la familia. Gracias por enseñarme el valor de la paciencia, la fuerza y la alegría por la vida. 

Y aunque este lejos físicamente, te dedico este día junto con esta canción,  una de tus favoritas:



Y hoy, ¿Cómo vas celebrar el día de la madre? ¿Qué motivos tenes para agradecerle?








Comentarios

  1. Como los hijos son regalos del cielo, asimismo las madres son seres tan preciados y el designio de Dios...el primer amor que compartimos y recibimos, nuestras primeras enseñanzas y aprendizajes que dictaran parte del curso de nuestras vidas. Nos brindan todo el amor, cuidado y ayuda necesaria para que construyamos nuestros caminos y al final, nos tocara a nosotros hacer esa tarea en el final del suyo recordando su dificultad, sus miedos y sus buenos deseos cuando nos vieron por primera vez.

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