Navidad: tiempo de agradecer
Ya faltan pocos días para la
llegada de la Navidad y el Año Nuevo. Llega la época del año para tomarnos un
tiempo ya sea para celebrar, reflexionar o agradecer. Un tiempo para compartir
con otros y un tiempo para regalarnos a nosotros mismos. ¿Cómo venís este año?
¿Te hiciste tiempo para vos? Respira profundo, varias veces, inhalando por la
nariz y exhalando por el mismísimo corazón. Ese músculo esencial que te mantiene
vivo y te trajo hasta aquí. Ese corazón que olvidamos cuidar pero que estalla
de alegría o se estremece cuando estamos tristes.
El 25 de diciembre los
cristianos festejan el nacimiento de Jesús de Nazaret pero ese mismo día, es
además, el solsticio de invierno para el hemisferio norte. Los pueblos de la
antigüedad ya celebraban el día más oscuro del año o el instante donde el sol
está a mayor distancia del ecuador. Para los romanos, era la fiesta del
“Nacimiento del sol invicto”, asociada al dios Apolo. De allí también surgieron
las Sartunalias, fiestas donde se hacían grandes banquetes y se intercambiaban
regalos. Los germanos y escandinavos consideraban que el 26 de diciembre era el
nacimiento del dios nórdico Frey, dios del sol naciente, la lluvia y la
fertilidad. Los nórdicos adornaban un árbol de hojas perennes para esta festividad, dando lugar a la costumbre del árbol de Navidad. En América del Sur, los Incas festejaban para
esta misma fecha el nacimiento de Inti, dios del sol. (Ese astro tan adorado y
tan escaso en tierras escandinavas en esta altura del año).
¿Qué mejor momento qué este
para agradecer y agradecernos? ¡Qué regalo! En medio de tanto paquete y moño,
hagámonos este hueco necesario para pensar y decir gracias por este año.
Gracias a todos lo que me acompañaron y me leen! Gracias por los momentos
alegres, y por los tristes y duros también, porque de ellos puedo aprender,
gracias a ellos crezco, gracias a ellos estoy viva. En esos momentos donde
estamos de capa caída y sentimos que la adversidad nos visita, nos hacemos más
fuertes y sabios. Gracias entonces por hacernos fuertes, por tener este poder
dentro de nosotros.
Gracias por la salud, la mía
salud y la de toda mi familia. Gracias por cada nuevo día, cada amanecer es un
nuevo milagro que tantas veces damos por sentado poniendo el despertador
automáticamente. Gracias la comida en mi mesa, porque es una bendición poder
disfrutar de cada alimento. Gracias por la música porque pone ritmos a los días
y los llena de emoción. Gracias a los amigos por estar cerca y lejos, porque
ellos son la sal de la vida y hacen que todo valga la pena. Gracias a mi
cuerpo, mis manos, mi cerebro y mis piernas que me trasladan de un lugar a
otro. Otro milagro. Gracias a mi mamá,
mi papá, y mis hermanos, cuñados y sobrinos! Aunque están lejos están siempre
presentes para mí
Gracias a los amores de mi
vida, mi novio y mis hijos, porque son mi todo y mi mayor fuente de amor.
Gracias a mi, gracias a Dios por poder
disfrutar el milagro de la vida.
«Sólo un exceso es recomendable
en el mundo: el exceso de gratitud», escribía en el siglo XVII el escritor y
moralista francés, Jean de La Bruyère.
¡Feliz Navidad!
Les regalo una canción navideña noruega que me gusta mucho:
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